domingo, 23 de diciembre de 2007

La conversión de Tony Blair. Sarkozy y la laicidad bien entendida.

A las puertas de la Navidad, fiesta cada vez más descristianizada, sorprenden dos noticias que acercan de nuevo el hecho religioso a la actualidad: la conversión de Tony Blair al catolicismo y la audiencia en el Vaticano que el papa Benedicto XVI concedió a Nicolas Sarkozy el pasado día 20 de diciembre.

El paso de una confesión religiosa a otra, aún cuando sea en el seno del cristianismo, es un proceso largo que implica todo el ser, incluso lo intelectual. Uno de los axiomas más manidos en la teología es que la fe no es razón, pero es razonable. Tenemos los ejemplos, por citar algunos cercanos, de Edith Stein (santa Teresa Benedicta de la Cruz) o , en el ámbito español de Enrique García Morente. Edith Stein, desde el mundo judío, con una amplia formación filosófica que partía de la fenomenlogía de Husserl

viernes, 7 de diciembre de 2007

Yo estuve allí



Si os fijáis bien en esta foto de Victoriano Izquierdo, estuve allí, en Sevilla, en Eventoblog, la más importante reunión de blogueros de España. Aunque me perdí la jornada del viernes (los intereses sentimentales me reclamaban), disfruté de una experiencia nueva para un principiante como yo. Allí estaba todo el mundo que pinta algo en esto. Es curioso ver junta desde gente de la universidad, hasta la presidenta de Microsoft en España, o a Javier Capitán juntos. Y no sólo eso sino enterarse de cómo va el mundo de la publicación en Internet, de los negocios. Por eso estoy contento del esfuerzo del viaje por lo que aprendí.

Una curiosa mezcla de lo académico con conferencias y mesas redondas de gran nivel y con guiños a lo popular y sobre todo con el hecho de juntarnos todos los que, o bien son ya expertos o a los que nos estamos iniciando. En el enlace que os he colocado en este post encontraréis noticia más desarrollada de todo lo que viví.

Ah, y sobre todo ideas, que habrá que ir desarrollando. ¿Llegará un día en que me alimente de esto? Como dice Julio, mi profesor de historia del arte, es que desde pequeñitos tenemos el vicio de comer, vestirnos, dormir bajo techo...

¿Por qué escribo?


Me encanta escribir. Esta es mi terapia. Hago mis pinitos, como sabéis. Dijo Pilatos aquello de quod scripsi, scripsi. Pues eso, que lo escrito permanece.


El formato de blog se me hace especialmente atractivo. Quiero compartir mis ideas, sentimientos, mis inquietudes de cada momento. Los andaluces dicen: "esto no es un chiste, sino un sucedió" y luego empiezan a largar por la boca. A comentar lo que me ocurre.


No aspiro, como comprenderéis, a nada del otro mundo, sino a llegar a vosotros, mis amigos y conocidos. Y también os pido que participéis con vuestra opinión, vuestras críticas. A ver si podemos hacer de este blog una pequeña comunidad.


La denominada Web 2.0 ha puesto en nuestras manos una serie de herramientas que están haciendo de Internet algo nuevo. Hasta hace poco nuestras posibilidades de interacción eran mínimas. Esto de navegar era como ver la tele. Ahora no. Los CMS, que sin saber programación nos llevan a tener nuestra web, nuestro blog o lo que queramos, han llevado una especie de bricolage a la red: son como el "Ikea" de Internet. Nadie puede decir que no está en Internet, si no es porque no quiere. Y cómo no hablar de la mensajería instantanea, de la posibilidad de compartir fotos, de subir y bajar vídeos. Ya somos un poco más Internet. La red se mete en la vida y la vida en la red. Sin hacernos muchas ilusiones, pues la mayor parte de aplicaciones de la Web 2.0 las van a domesticar y comercializar las grandes corporaciones, sí que podemos crear, cambiar, modificar nuestro mundo con un pequeño click. Las nuevas tecnologías, hermanos. Esto es así. Y quien no se suba al tren, al pozo va.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

la vida por delante

Mi abuelo cuenta muchas veces que cuando alguien se muere, haya sido su vida como haya sido, es bueno al instante. Esta ley, según él, se aplica a todo ser humano excepto a su primo Blas. Nada más.
Un día le pregunté por qué decía eso. Me contestó que, antes de la guerra, cuando el primo tenía una cuenta pendiente con alguien, esperaba a que la cosecha estuviese a punto y le quemaba la mies. ¡Con el hambre que había entonces! Un día apareció muerto, molido a palos, en un bancal. Mi abuelo insinúa que fueron varios vecinos, pero nada se investigó. Es uno de esos secretos de pueblo de los que nadie habla aunque todos estén al tanto. El día de su entierro todos se alegraron. ¡Tanta paz se lleve como tranquilidad nos deje!

El otro día murió Fernando Fernán Gómez. Todos nos enteramos bien por la televisión, bien por la radio, bien por Internet... Ahora bien, os podríais preguntar qué tiene que ver tan insigne personaje con el primo Blas. El nexo que los une no se ve claro. Una vez que ha pasado la noticia de la muerte del actor el recuerdo que queda de él son cuatro palabras malsonantes y un par de feos gestos. De mi primo sólo quedó un mal recuerdo, un sentimiento de alivio y un crimen que nadie investigará. Seguramente pocos se acercaron alguna vez a indagar qué movía a mi primo a actuar del modo en que lo hacía. Pocos recordaremos el legado como actor, como director, como escritor que ha dejado Fernán Gómez.
Además, no soy yo nadie para juzgar a otro ser humano. Me viene a la memoria eso de la viga en el ojo propio y la mota en el ajeno. Al primo Blas se le condenó a morir sin más; a Fernán Gómez casi todos lo juzgan por dos anécdotas que poco muestran de la hondura de su persona. Lo importante es lo que dejó: su obra y su saber hacer. Eso permanece. Es lo que los humanistas del Renacimiento llamaban, aunque no use el concepto de modo riguroso, la vida de la fama, es decir, el rastro que nuestros actos dejan en los demás cuando morimos. Pervivimos en el recuerdo, en la gran memoria de la humanidad o en la pequeña memoria de una mujer que nos ha querido, de unos hijos, de unos amigos, de la comunidad en que hemos tenido nuestro hogar...

Pero hagamos una pausa, que me estoy entristeciendo. Os toca a vosotros dedicar unos minutos a este video, por favor:
¿Ya? ¿Qué os ha parecido? Divertido, ¿no?
El genio de estos grandes artistas como Pepe Isbert o el mismo Fernando se muestra claro en este episodio de esta estupenda comedia. "La vida por delante" (1958), dirigida por Fernán Gómez. Es la historia cómica y al mismo tiempo triste de un joven matrimonio y sus vicisitudes en la España de la posguerra. Estamos ante un análisis crítico que era casi imposible de modo explícito en el franquismo, pero que algunos directores de cine como Berlanga o el mismo Fernán Gómez supieron hacer sin que casi se notase.
Eloy Sánchez Rosillo, es uno de esos poetas que llegan al alma enseguida. Poeta murciano que me encanta por su profundidad y por la facilidad con que, sin hacer una poesía difícil se pueden llegar a altas cumbres poéticas.
Escribió lo siguiente:
Canta en mi corazón una esperanza
que llena mi presente y me sostiene:
no, la muerte no mata; es también vida,
un misterioso trámite de sombras
que transforma lo vivo,
lo limpia y lo redime [...]
La muerte borra el gesto
habitual de un hombre,
sus maneras, sus ropas, y lo vuelve
criatura distinta, pero no
aniquila el espíritu,
que se templó en el fuego.
¿Es una reflexión sobre la muerte? Es un fragmento del poema "La certeza" que da nombre al libro homónimo que publicó en el 2005. La muerte que llega cuando quiere y a la cual estamos todos abocados, hayamos tenido más o menos suerte. Por eso, ya sea a través de la muerte terrible del Primo Blas o de la de Fernando Fernán Gómez o la de cualquier otro ser humano, nos estamos asomando a uno de los misterios que menos entendemos y más nos preocupan.
¿La muerte mata o es vida? ¿Hay esperanza? Sánchez Rosillo dice que sí. Que se puede cantar la esperanza.
Los que creemos en Dios, y a ese Dios le llamamos Jesucristo, afirmamos que somos creados para trascendernos; que hemos sido llamados a otra vida distinta, pero plena; que estamos en este mundo como alejados de nuestra patria, en éxodo, deseando llegar a nuestro hogar, una tierra que mana leche y miel (Ex 3, 8). La fe da una forma diferente de ver las cosas. Es otro modo de conocer. Pierre Rousselot, teólogo francés de los inicios del siglo XX, tituló su obra más leída y conocida como "Les yeux de la foi" (París, 1910). Es una indagación sobre lo que es la fe desde el punto de vista fenomenológico. La tesis primera de este clásico de la teología es la exposición del plus que aporta la fe a quien se lanza a vivir desde ella. La vida vista con los ojos de la fe adquiere un sentido nuevo. Aunque un creyente y un ateo hagan lo mismo, las motivaciones y lo que se quiere obtener no tiene nada que ver. Un ateo es solidario, un creyente ejerce la caridad; un agnóstico concibe utopías, un cristiano tiene un reino que se realiza aquí pero que se abre tras la muerte.
Por eso la muerte no es algo que se viva como algo traumático, doloroso, como un final. Es "misterioso trámite de sombras que transforma lo vivo". La vida del espíritu va más allá. La esperanza fundada en Dios no falla. Es una esperanza trascendente, abierta, infinita que me vuelve "criatura distinta". Puede que se me acuse de querer evadirme, de ser alguien que busca lo que no hay, de ir tras una quimera. Quizá así sea. La fe no se apoya en certezas aunque se pueda razonar, si no, no sería tal. Es un ejercicio de confianza basada en una relación de amor. Dios me quiere, me da la vida, entra en relación conmigo. Yo reconozco esa relación de amor y respondo a ella. Siendo una amistad salvífica, reconozco el gesto de amor de Dios: morir por mí y resucitar. Por eso creo, confío y supero el dolor que es la certeza de mi muerte. Pero una muerte, que ya no es tal, sino vida nueva, vida plena.
Todos, seamos el primo Blas, Fernán Gómez o Perico el de los Palotes, necesitamos esperanza, necesitamos ir más allá de nuestra finitud, aunque vivamos de ilusión.